ALGUNAS CONCLUSIONES SOBRE LA VIDA Y OBRA DE ESAR VALLEJO
1. Fue, en el modernismo literario, que se impuso la figura del escritor–viajero. Vallejo pertenece a esta estírpe. Su vida europea marca la condición de un hombre preocupado por desplazarse cuanto pudo. París, Madrid, Moscú, podrían citarse como sus puntos cardinales. Pero estuvo, por cierto, en muchos más. Por lo tanto, su actividad periodística no podía dejar de abordar lo que hoy en día tiene, asimismo, destacada importancia: el turismo; lo que, en una suerte de intento clasificatorio, denominaríamos la Crónica de viajes, ese Periodismo turístico que, sin embargo, en su caso, igualmente, tiene un matiz peculiar.
Vallejo desarrolla lo que podría ser una Teoría del periodismo de viajes, un desiderátum para aquel que desee expresar la especialidad contemporánea de Periodismo turístico. Y, asombrosamente, lo hace con la utilización de una cita de Carlos Marx. Ella es, recordémoslo:
"Marx enseña que para conocer el carácter, desarrollo y destino ulterior de un país, hay que guiarse por el estado y fisonomía de su técnica de producción. El viajero debe dejar, para segundos términos el juicio, el arte, la literatura, la religión y la filosofía del país que él trata de conocer. En primer lugar y si él quiere ir derecho en su encuesta y en sus observaciones, debe poner el ojo en las fuerzas, medios e instrumentos de la producción económica." (p. 363)
Qué interesante cita, máxime si tenemos en cuenta que Vallejo es un profesional del arte y la literatura (como buen creador) pero, como acucioso periodista, privilegia lo que, objetivamente, va a darnos mejor la fisonomía de un pueblo, de un país, de una región, independientemente de sus aficiones particulares.
Igualmente, en este rubro del Periodismo y el Turismo, Vallejo tiene hallazgos sobre el ethos de ciertos pueblos, que son resultado de su visión profunda de poeta, antes que la del frívolo ser que se desplaza por los exteriores de la región que visita.
2. En este mismo aspecto de lo que podríamos llamar la función del periodismo (paradigmático) de nuestro autor, convocamos la atención hacia el salutífero develamiento que él hace de cómo los estados utilizan, por ejemplo, el periodismo amarillo, de modo que, con él, tienden una "cortina de humo" que les permite continuar con sus desaguisados.
El artículo "Gastón Guyot". El nuevo Landrú es un arquetipo en este rubro. Allí vemos cómo el gobierno francés manipula este hecho "de sangre" para que:
"continúe acaparando la atención del país entero, a fin de que la gente siga muriéndose de hambre, sin sentirlo, o al menos, siga comiendo carne cruda de caballos apestados, sin darse cuenta de ello..."(pp. 148–149)
Vallejo también ataca frontalmente lo que él llama "el tráfico de celebridades y fortunas" que se hacía –ayer como hoy– con el celestinaje de la prensa, que encumbra ídolos de barro, y sumerge, en el silencio, a los verdaderos valores, cuando éstos no tienen posiciones congruentes con los intereses que ese "periodismo" defiende. Es importante, para ello, releer el artículo "La miseria de León Bloy", (24) cuyo subtítulo es altamente sintomático: ‘Los editores, árbitros de la gloria’. Recordemos, apenas, algunas de sus palabras:
"Hoy los lectores son embaucados con mayor facilidad que en ninguna otra época y se dejan llevar ciegamente por lo que se dice y por lo que se muestra ante sus ojos."
No olvidemos que este artículo es de ¡de 1925! Y en él está pergeñando el poder manipulatorio de lo que era la prensa, y sólo la prensa (pues es obvio decir que, el cine no se había desarrollado en su vertiente periodística) en el contexto de lo que se llama la comunicación de masas. No había radio, no había TV. Imaginemos el pensamiento y la denuncia del poeta ¡trasladados al fin de esta centuria!
Sin embargo, frente a lo denunciado, el poeta comunicador social desarrolla toda una deontología periodística:
"El deber de la prensa, de ésta y del otro lado del mar, está en contrarrestar esa sórdida ofensiva de la farsa y del latrocinio y luchar porque se abra campo y se haga justicia a dignos y grandes escritores que, como León Bloy, en Francia, y Carl Sandburg, en los Estados Unidos, por ejemplo, son víctimas del abuso criminal de los editores y de la indiferencia de los públicos." (pp. 68–69)
Es también diáfana la autorreferencia. Vallejo había vivido, en carne propia "esa sórdida ofensiva de la farsa y del latrocinio" contra su valía, y había sido "víctima del abuso criminal de los editores", los que manejan –en todos los tiempos– "la indiferencia (o la aquiescencia) de los públicos."
3. Aunque ya lo hemos sugerido, al dar cuenta de cómo Vallejo desplegaba el universo de sus conocimientos de arte (de toda el arte), al hacer, por ejemplo, una crítica de música, pintura o escultura subrayaremos, en la presente conclusión, esta vertiente paradigmática de su periodismo: la de hallarse él imbuido de los conocimientos universales que son, a juicio nuestro, requisito sine qua non para los que toman la pluma con la finalidad de escribir un artículo, una crónica, un reportaje, un editorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario